miércoles, 25 de mayo de 2011

Otras consecuencias (R. Marinos)

Existen recursos marinos que no por su explotación en pequeña cuantía resultan de menor interés. Una de las materias más apreciadas son las algas, que son además las responsables principales de la fotosíntesis entre todos los vegetales del planeta; sólo un 10% de la fotosíntesis es realizada por otros vegetales.
De las algas se obtienen numerosos derivados, como extractos medicinales, fertilizantes o incluso alimentos. Como ejemplo: de determinadas especies del género Chondrus, se extraen productos anticoagulantes; de las especies del género Laminaria, extractos útiles en procesos anémicos; de las pertenecientes al género Gelidium se obtienen sustancias utilizadas en laboratorios farmacéuticos y bacteriológicos, etc. Las algas son además alimento de una buena parte de la población mundial, que se concentra principalmente en Oriente.
Otros recursos lo constituyen las esponjas, de importancia económica en algunas regiones mediterráneas y centroamericanas. De la especie Haliclona viridis se extrae además un eficaz antibiótico contra el Staphylococcus aureus. En joyería son muy apreciados los corales, especialmente los corales rojos del mediterráneo Corallium rubrum.
No menos importancia gozan las perlas, que dada la exhaustiva selección que requiere (muy pocas especies de ostras son capaces de producir perlas de calidad) alcanzan por ello un alto valor económico; estas pesquerías se encuentran en el Golfo Pérsico, Venezuela, Japón y Australia. El nácar de las conchas de determinados moluscos es utilizado como materia prima en la fabricación de múltiples objetos, botones entre ellos.

El reto de las plataformas oceánicas

e estima que el mar alberga un 21% de todas las reservas mundiales de hidrocarburos, pero podrían existir yacimientos de envergadura en zonas muy apartadas, como en la Antártida, donde no pueden ser comprobadas con facilidad debido al enorme grosor de la plataforma de hielo que la cubre (Consulta las secciones dedicadas a la Antártida). De todas formas, dado que la mayor cantidad de prospecciones se están realizando en plataformas continentales, podrían ser revisadas las estimaciones de reservas de hidrocarburos submarinos.
El reto para las futuras plataformas de perforación es trasladar su carga de trabajo a las cuencas oceánicas, donde probablemente existen yacimientos de importancia.
La tecnología para ese reto ya existe; en el golfo de México ya se realizaron con éxito perforaciones que superaron los 1500 metros, y en un caso concreto se consiguió llegar a los 6000 metros por parte del buque Glomar Challenger, que encontró y extrajo petróleo y azufre a 3850 metros en el interior de las tierras submarinas. Actualmente los pozos submarinos estables están abiertos desde unos 200 metros hasta un máximo de 600.
De todas las instalaciones de perforación existentes, las plataformas semisumergibles suponen más del 60%. Estas instalaciones, montados sobre gigantes flotadores, se suelen fabricar para ser remolcados, aunque también existen naves de prospección (con o sin propulsión) que sitúan en su centro el equipo de perforación (el barco gira a su alrededor). 
Básicamente las plataformas petrolíferas disponen de una serie de elementos comunes: el equipo propio de sondeo (con una o más torres), generadores de energía, talleres, alojamientos, laboratorio, almacenes, etc. Existen proyectos sobre la instalación de sistemas de extracción para aguas muy profundas, que consistiría en establecer una estación directamente en el fondo marino.
En definitiva, los hidrocarburos han ocupado el primer puesto entre los recursos marinos, quedando la pesca relegada a un segundo lugar. El mar alberga recursos minerales susceptibles de ser explotados, aunque salvo los yacimientos de petróleo y gas, el resto tiene garantizada la satisfacción de la demanda a medio plazo gracias a las explotaciones terrestres.

Conservación

Desde que se comenzó a explotar el primer yacimiento petrolífero submarino en 1947, frente a Luisiana, en las aguas del golfo de México, han sido perforados más de 16000 pozos submarinos. Aunque el primer hallazgo bajo el mar tuvo lugar mucho antes, frente a las costas de California.
Desde entonces, la tecnología de detección y perforación ha ido permitiendo acceder a zonas cada vez más profundas o inaccesibles, y los océanos ya no ofrecen especiales dificultades técnicas para realizar prospecciones. Actualmente los mayores yacimientos submarinos se encuentran en el Golfo Pérsico (probablemente la zona con mayor nivel de reservas), Venezuela, mar del Norte, México y Estados Unidos.

RM.

Los océanos de nuestro planeta son, probablemente, la mayor fuente de recursos naturales que posee la humanidad.La racionalización impuesta por nuestra reciente cultura ecológica, nos ha acostumbrado a clasificar los recursos naturales en renovables y no renovables.
Los recursos renovables son aquellos que permiten su regeneración, sea por que existen en cantidades suficientes para disponer de ellos sin límites en el tiempo, o por que a pesar de existir un límite físico dispondrían de esa capacidad si los explotamos racionalmente.
Los recursos no renovables, por el contrario, carecen de posibilidades de regeneración y una vez agotados no pueden sustituirse. Un ejemplo de recurso no renovable es el petróleo; la Tierra empleó millones de años en formarlo, sin embargo con nuestro régimen de consumo se estima su agotamiento en pocos cientos de años.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Importancia de la actividad pesquera y de las zonas costeras

La actividad pesquera participa marginalmente en el PIB total si se le compara con otras ramas de la economía nacional y, no obstante, es crucial desde el punto de vista económico, social, ambiental e internacional. Los empleos e ingresos generados por esta actividad a escalas local y regional son muy importantes y, además de ofrecer un considerable volumen de la oferta alimenticia del país, esta actividad reporta significativos flujos de divisas por concepto de sus exportaciones.

Es una actividad estratégica, pues pueden fundarse sobre ella importantes proyectos de desarrollo local y regional con criterios de sustentabilidad, además de que permite continuar la tarea de salvaguardar la soberanía nacional sobre los recursos marinos y los ecosistemas lagunares costeros ubicados en la Zona Económica Exclusiva de ambos litorales del país.

Actualmente la composición porcentual del producto pesquero nacional tiene la siguiente estructura: el 32% corresponde a la captura de sardina, anchoveta y atunes; otro 32% corresponde a una canasta de captura artesanal que incluye peces, moluscos y crustáceos, excluyendo al camarón; el 5% precisamente se refiere al camarón de altamar, de esteros y bahías; el 14% corresponde al producto de acuacultura y el 17% alude al conjunto de actividades del sector clasificadas como captura sin registro oficial (CSRO).

El volumen de la producción pesquera nacional, y sus fluctuaciones, ha dependido más de las variaciones en la disponibilidad y abundancia de los recursos pesqueros masivos de las costas que de una estrategia racional de largo plazo. Debido a ello, algunas especies como el abulón, la almeja, el cazón
, el tiburón y la totoaba vienen padeciendo reducciones significativas en sus poblaciones.

Pesca y acuacultura.

Es necesario siempre partir de la premisa de que las especies que son objeto de pesca comercial constituyen elementos de la vida silvestre, que son aprovechados gracias a sus tasas naturales de regeneración. En este sentido tratar de incrementar la oferta de productos de la pesca de manera constante, resulta inviable y tarde o temprano encuentra límites infranqueables. Tales límites parecen haberse sobrepasado, en algunas pesquerías de nuestro país como es el caso, del abulón, la almeja catarina y otras especies de moluscos, la totoaba, cazones y tiburones de plataforma continental, calamares y pulpos en ciertas áreas, y, la sardina y la anchoveta (cuya escasez también está vinculada a fluctuaciones macroclimáticas).

A nivel global, diferentes organismos internacionales, entre ellos, la FAO han llegado a conclusiones dramáticas sobre el daño sustancial que ya se ha provocado a los ambientes marinos y a muchas economías que dependen en sus recursos naturales. Conclusiones similares han sido obtenidas por instancias de incuestionable prestigio como la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, destacándose una declinación drástica en muchas de las especies comerciales de peces, así como cambios en la composición y abundancia de la fauna y flora del mar, cuyos alcances ponen en peligro el funcionamiento de los ecosistemas costeros y marinos. Dichas conclusiones deben ser consideradas con toda seriedad por nuestro país.

Hoy queda suficientemente claro que, si bien son muchas las acciones humanas que ponen en peligro la productividad y diversidad de los ecosistemas marinos, la pesca descontrolada constituye la más importante. En cierto sentido, los problemas ambientales que enfrentan tales ecosistemas pueden considerarse tan preocupantes como los que deben salvar los ecosistemas terrestres. Información fidedigna señala que gran parte de las plataformas continentales ha sido severamente perturbadas por la pesca, principalmente la que utiliza redes de arrastre. En México debe preocuparnos la afectación que por estas razones han sufrido, por ejemplo, las plataformas continentales en el Banco de Campeche y el Mar de Cortés.

Las causas de estas presiones crecientes sobre la diversidad y productividad de los ecosistemas marinos pueden rastrearse siguiendo los importantes cambios tecnológicos difundidos durante los años 50’s y 60’s. Entre ellos destacan el uso de radares y sonares, dispositivos de navegación electrónica, posicionamiento vía satélite, aviones de detección, por un lado, y artes de pesca industrial de enorme capacidad de captura y de baja selectividad como palangres de enorme longitud, gigantescas redes arrastreras, agalleras de captura indiscriminada y de cerco por el otro. El incremento en la capacidad tecnológica, el número y alcance de las redes, la potencia y tamaño de nuevos motores, y nuevos dispositivos electrónicos, han incrementado el esfuerzo pesquero en niveles que, en el caso de muchas pesquerías, plantean problemas de sustentabilidad.

Puede decirse que en los últimos tiempos se ha observado una tendencia a extraer peces y elementos de la fauna marina a tasas superiores a las que las poblaciones naturales pueden reproducirse. En ocasiones el colapso en alguna pesquería provoca una sustitución hacia especies de menor valor comercial, cuya ubicación en la cadena trófica es de menor jerarquía, lo que equivale a eliminar el sustrato biológico para una gran cantidad de especies de peces, mamíferos y aves marinas.

Recursos maritimos y ecosistemas costeros

Sabemos que los dos van agarrados de la mano, son complementarios.
La zona marítima mexicana consta de poco más de 11,000 kilómetros de litoral, de los cuales, alrededor del 68% corresponde a las costas e islas del Océano Pacífico y del Golfo de California, y 32% a las costas, islas y cayos del Golfo de México y del Mar Caribe. Además, esta zona marítima cuenta con 500,000 kilómetros cuadrados de plataforma continental, con 16,000 kilómetros cuadrados de superficie estuarina y con más de 12,000 kilómetros cuadrados de lagunas costeras. Esta zona costera proporciona al país una riqueza extraordinaria.

Como ya se ha señalado, la ubicación geográfica de México, entre las influencias oceánicas del Atlántico centrooccidental y del Pacífico centro-oriental, explica buena parte de su enorme diversidad biológica y ecosistémica. La amplia gama de recursos y ecosistemas costeros con que cuenta significa que, en términos de litorales y superficie marina, México es el décimo segundo país mejor dotado a nivel mundial.

Las zonas costeras mexicanas constituyen una extensa área con grandes posibilidades de aprovechamiento sustentable derivadas de la riqueza de sus aguas y de sus ricos ecosistemas lagunares. En el Pacífico centronorte, el Golfo de California, el Pacífico sur, el Golfo de México y el Caribe mexicano se encuentran ecosistemas lagunares costeros muy ricos en biodiversidad marina, aunque muchos de ellos son sumamente frágiles.

En la franja costera del Golfo de México y el Caribe mexicano hay 31 lagunas, extensas superficies pantanosas hacia el sur y desembocaduras de los ríos más caudalosos del país que, por lo general, forman barras arenosas. La abundante vegetación costera se conjuga con también exuberantes manglares. En la parte sur del Golfo, los depósitos aluviales originados en las corrientes de agua de los ríos Grijalva y Usumacinta desempeñan funciones ambientales muy importantes.

Esta zona costera es rica en anfibios tales como cecilias, salamandras y anuros; y en reptiles tales como tortugas, lagartijas, serpientes, anfisbénidos y cocodrilos. Actualmente, en ella hay 11 playas de anidación de tortugas marinas que cuentan con cierto control de depredación por actividades humanas. En esta región hay tres reservas naturales: Rancho Nuevo en Tamaulipas, Ría Lagartos en Yucatán y la Isla Contoy en Quintana Roo.

En el país se reconocen 45 especies de mamíferos marinos, órdenes Ceteacea y Sirenia, de las cuales, el 51 y el 36 por ciento, respectivamente, se localizan en esta región. La falsa orca es exclusiva del Mar Caribe; y el delfín risso, junto con las ballenas franca, minke, azul y la orca, además de existir en el Pacífico norte se encuentran en las aguas del Golfo. Otros mamíferos marinos de esta zona costera son las ballenas piloto, ballena gris (que migra en invierno hacia las lagunas de la costa pacífica de Baja California), ballena de aleta corta, orca pigmea, jorobada y cachalote pigmeo, junto con los delfines negro, moteado y tornillo.

Nuestros bosques

http://www.youtube.com/watch?v=mvzPI5t4cFI

Administración de los bosques

El estudio científico de los bosques se denomina ecología forestal, mientras que su administración por lo general es conocida como silvicultura, normalmente con el fin de extracción de recursos sostenible. Los ecólogos forestales se especializan en los patrones y procesos del bosque, generalmente con el objetivo de aclarar las relaciones de causa y efecto. Los silvicultores por lo general se enfocan en extraer madera y en la silvicultura, incluyendo la regeneración y el proceso de crecimiento de los árboles.
Los bosques pueden ser alterados cuando suceden hechos como la tala de árboles, los incendios forestales, la lluvia ácida, los herbívoros, o las plagas, junto con otras cosas, provocando un daño. En los Estados Unidos, la mayoría de los bosques han sido históricamente "atacados" por los humanos hasta puntos muy altos, aunque en los últimos años las prácticas silvícolas han mejorado, ayudando así a regular el impacto. Pero de todos modos el Servicio Forestal estadounidense (United States Forest Service) estima que cada año se pierden cerca de 1,5 millones de acres (6.000 km²) de los 750 millones (3.000.000 km²) que hay en la nación.